CRESCENCIO TERRAZAS

 

"Se moría el sol"

Castillo de Hacinas

(...agosto, nueve de la tarde...)

 

Cansado en su curso,

roto su fulgor,

agotado en fuerzas,

casi sin calor,

lento, manso, suave,

le invade el rubor

como a niña guapa

su primer amor.

 

En el horizonte

se moría el sol.

Caricia voluble

de blanco algodón

la nube alocada,

sable se tornó

de múltiples filos;

y sin compasión,

cuando el sol llegaba

hacia su mansión

nocturna, hirió

su cuerpo indefenso.

 

Rojo se tornó

su manto de luz;

y su corazón,

latiendo cansino,

se hizo surtidor

de esplendor bermejo.

 

¡Se moría el sol!

 

En playa de miel,

detrás del cordón

de pétreos nudos,

sin un estertor,

bañado en su sangre

se ahogaba el sol.

 

Los chopos del río,

en roto renglón,

en silencio, mudos,

velaron su adiós.

 

Declinaba el día,

se moría el sol.

 

Tímido, celoso,

o quizá traidor,

se acercó el lucero

hasta su balcón.

Corrió los visillos,

la tarde oteó,

se vistió de luz

y mudo gritó:

 

"¡La noche ya es mía!

¡Se ha muerto el sol!

 

Sólo las estrellas,

cuajando el crespón

que cubrió el cadáver,

llenas de temblor

lloraron rocío

sobre el muerto sol.

 

¿Dónde está la luna?

Tarde apareció,

mitad enlutada,

mitad bermellón,

tras de las montañas.

 

¡Se murió su amor!

El "Fuerte San Carlos"

ardiendo tembló

y su alma de piedra

a todos gritó:

"¡Entre Peña y Peña el sol se murió!

 

 

Crescencio Terrazas Olalla